Ocho razones del Colegio Americano de Pediatras contra la Ideología de Género
«Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a por los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío. Y cuando finalmente vinieron a por mí, no había nadie que pudiera protestar». Aunque erróneamente se atribuye a Bertolt Brecht, en realidad es un poema de Martín Niemöller, pastor protestante alemán, que aclaró que inicialmente no se trataba de un poema, sino de un sermón de Semana Santa que pronunció en 1946 en Alemania.
En este poema se refleja la cobardía y comodidad de las personas que sólo «nos movemos» y actuamos cuando el problema nos afecta directamente a nosotros. En el caso contrario miramos hacia otro lado. No nos mostramos ni a favor ni en contra. Ignoramos el problema. Actuamos como si no existiera, pensando que ya se solucionará, o que ya lo solucionarán otros. No sea que nos clasifiquen. Nos encasillen. O nos busquemos problemas gratuitamente. Y éste es el comportamiento de la sociedad, en general, ante la amenaza de la ideología de género.
Antes de seguir, recordaré que la ideología de género dice que «las personas no nacemos con sexo masculino o femenino. Que no tenemos sexo biológico. No nacemos hombres o mujeres, sino que el género (no el sexo) es un concepto sociológico y psicológico. Que podemos elegir. Que depende de la cultura…»
Y ante esta amenaza. ¿Cómo reacciona la sociedad? Algunos piensan que, de momento, no les afecta. «Mis hijos ya son mayores y no van al colegio». Otros piensan «ya se moverán y actuarán otros, yo tengo mucho trabajo«. Afortunadamente hay grupos de personas, en su mayoría profesionales (médicos, juristas, docentes y pedagogos) que están alertando a la sociedad -que sigue «dormida»- del peligro de la ideología de género que se quiere imponer sin saber el daño que ello supone para las personas. Además de ser una amenaza real para las libertades y los derechos fundamentales.
Nos jugamos mucho: la educación y el desarrollo de los niños, el derecho de los padres a transmitir sus valores a sus hijos y la libertad de los colegios para formar a las nuevas generaciones.
En España, en los últimos años, estamos asistiendo a una proliferación de leyes aprobadas por algunos gobiernos autonómicos que pretenden imponer en la sociedad la ideología de género con la excusa de la «no discriminación y de garantizar los derechos de las personas homosexuales». Algunas de estas comunidades son: la Comunidad Valenciana, Navarra, el País Vasco, Galicia, Andalucía, Canarias, Cataluña, Madrid, Murcia y Baleares.
Hay que recordar que los derechos de las personas LGTBI, como los de cualquier otro ciudadano, ya se encuentran garantizados por la constitución española, las leyes europeas y por la ONU. La legislación nos hace iguales ante la ley. Según los juristas, no son necesarias nuevas leyes de inferior categoría para asegurar derechos que ya existen. Además en lugar de ampliar la protección, estas nuevas leyes lo que hacen es vulnerar algunos derechos fundamentales de los ciudadanos.
El Colegio Americano de Pediatras, que hace unos años aceptó leyes propuestas por los colectivos de gays y lesbianas, ha dado ahora marcha atrás. Es importante conocer que varios miembros del colegio de pediatras de Estados Unidos, reconocieron en privado, que aprobaron estas leyes por la presiones recibidas por parte del loby gay norteamericano. Pero viendo el peligro que estas leyes suponían para los niños han dado marcha atrás. Y ahora no sólo se han opuesto, sino que han publicado un texto que lleva por título: «Ocho razones del Colegio Americano de Pediatras contra la Ideología de Género». Lo reproduzco a continuación.
Este colectivo urge a los educadores y legisladores a rechazar todas las políticas que condicionen a los niños para aceptar como normal una vida de suplantación química o quirúrgica de su sexo por el sexo opuesto. Son los hechos, y no la ideología, quienes determinan la realidad.
Estas razones son las siguientes:
1) La sexualidad humana es un rasgo biológico objetivo binario.
XY y XX son marcadores genéticos saludables, no marcadores genéticos de un trastorno. La sexualidad humana es binaria por definición, siendo su finalidad obvia la reproducción y el crecimiento de nuestra especie. Los individuos con desviaciones de la norma sexual binaria no constituyen un tercer sexo.
2) Nadie nace con un género. Todos nacemos con un sexo biológico.
El género es un concepto sociológico y psicológico, no un concepto biológico objetivo.
3) La creencia de una persona de ser algo que no es, constituye un signo de pensamiento confuso.
La creencia de ser del sexo contrario supone un problema psicológico objetivo en la mente, no en el cuerpo, y debe ser tratado como tal. Estos niños padecen disforia de género.
4) La pubertad no es una enfermedad y los bloqueadores hormonales pueden ser peligrosos.
Reversibles o no, los bloqueadores hormonales inducen un estado de enfermedad (la ausencia de pubertad) e inhiben el crecimiento y la fertilidad de un niño que antes era biológicamente sano.
5) En la mayoría de los casos la confusión cesa tras la pubertad.
Según el DSM-V (clasificación de diagnósticos de enfermedades mentales, 5º estudio) hasta un 98% de los niños con género confuso y hasta un 88% de las niñas con género confuso aceptan finalmente su sexo biológico tras pasar la pubertad de forma natural.
6) Pone en peligro la salud.
Los niños que utilizan bloqueadores hormonales para cambiar el sexo necesitarán hormonas cruzadas al final de la adolescencia. Éstas tienen riesgos para la salud: hipertensión, coágulos de sangre, derrame cerebral y cáncer.
7) Alta tasa de suicidio.
La tasa de suicidio es 20 veces mayor entre los adultos que utilizan hormonas cruzadas y sufren cirugía de reasignación de sexo. Incluso en Suecia, que se encuentra entre los países con mayor respaldo al colectivo LGTBI. ¿Qué persona compasiva y razonable condenaría a ese destino a chicos jóvenes, sabiendo que tras la pubertad hasta un 88% de las chicas y un 98% de los chicos aceptarán la realidad y alcanzarán un buen estado de salud física y mental?
8) Condicionar psicológicamente a los niños se considera abuso infantil.
Condicionar a los niños a creer que es normal estar toda la vida sustituyendo química y quirúrgicamente su propio sexo por el opuesto constituye un abuso infantil.
Respaldar la discordancia de género como algo normal a través de la educación pública y de las políticas legales confundirá a hijos y padres, llevando a muchos niños a acudir a «clínicas de género» donde les administren fármacos bloqueadores hormonales. Donde recibirán hormonas cruzadas cancerígenas o, de un modo u otro, tóxicas y cuando lleguen a la juventud la mutilación quirúrgica (castración) innecesaria de sus órganos sanos.
Después de conocer lo que dicen los médicos y expertos, no los ideólogos, creo que todos deberíamos hacer algo para evitar que estas leyes se apliquen. No se debe experimentar con seres humanos. Las consecuencias son muy graves, y muchas veces, irreversibles.