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Más sobre la Compra Pública de Innovación

¿Por qué no está arrasando?

En mi anterior artículo ¿Qué es la Compra Pública de Innovación? hablé de una potente herramienta de fomento de innovación empresarial desde el sector público. Me centré en los numerosísimos beneficios que nos ofrece este instrumento, tanto para los ciudadanos como para las empresas más innovadoras, que consiguen con la Administración Pública su primer cliente de referencia, algo no sencillo para Startups y Pymes.

Si todo es tan maravilloso, ¿por qué no se está imponiendo este sistema de CPI?

1- Complejidad del instrumento:

La primera vez que escuché hablar de la CPI, entonces solía llamarse Compra Pública Innovadora, fue en una de las ponencias de un Congreso sobre TECNOLOGÍAS DE MEMBRANAS PARA DESALINIZADORAS, en el Colegio de Ingenieros de Caminos en Madrid. El ponente era Luis Cueto, entonces Subdirector General de Fomento de la Innovación Empresarial Dirección General de Innovación y Competitividad del MINECO. Me parecía algo «mágico» aquello de fomentar la innovación, no mediante subvenciones ni préstamos sino mediante contratos. Por aquel entonces, yo estaba iniciando la aventura de montar una Startup dedicada a la innovación en nuevos materiales y era muy alentador escuchar aquello. Por desgracia, don Luis es un excelente comunicador, es tan bueno, que hacía parecer muy sencillo aquello de innovar desde la contratación pública.

He podido comprobar en mis carnes que esto no es así, las cosas no son tan sencillas, ni tan rápidas. La administración pública que quiera liderar procesos de innovación se tiene que armar de paciencia para llevarla a cabo. Las empresas que queremos ofrecer soluciones innovadoras no lo tenemos fácil al tener que competir con tecnologías ya probadas inferiores en prestaciones, pero con un mejor precio por no tener que amortizar los costes de proyectos I+D+i.

Resulta evidente que las reglas para realizar la Compra Pública de Innovación no pueden ser las mismas que las de la Compra Pública Ordinaria.

2- Conservadurismo del Sector Público:

Evidentemente no me refiero, en este punto, a un conservadurismo desde un punto de vista ideológico.

El cambio siempre ofrece resistencia, aunque esto no es algo exclusivo de las administraciones. No hay frase más peligrosa para los innovadores como cuando te dicen desde el sector público «esto siempre lo hemos hecho así, para qué cambiar».

La Compra Pública de Innovación requiere de formación, por ello sería deseable que los abogados del estado y técnicos de la administración que han participado en procesos de CPI, formen a otros.

3- Prejuicios ideológicos:

La CPI implica un cambio radical para los gestores públicos, supone un nuevo modus operandi en la forma de prestar sus servicios a los ciudadanos, que son sus verdaderos clientes.

Esta última premisa debe anteponerse a cualquier dogma o prejuicio ideológico en el sentido peyorativo del término, ya que debe buscarse sinergias entre empresas privadas y el sector público.

Se debe desterrar las ideas de que, lo público es preferible a lo privado o viceversa, siendo lo óptimo es un modelo de colaboración público-privada que ponga en el centro a los clientes, es decir a los ciudadanos.

4- Innovación desde la demanda vs. desde la oferta

Generalmente, cuando la administración pública busca innovar, lo hace desde la demanda, pretende solucionar problemas, donde no existen soluciones en el mercado que puedan ser adquiridas mediante un proceso de compra pública estándar, se manejan los denominados mapas de demanda temprana.

En estos casos, los técnicos del sector de público se reúnen internamente, surgen debates e ideas para determinar objetivos y problemas no resueltos, por dónde debería ir la I+D+i (empresarial y pública), todo en función de las demandas sociales.

Si innovar desde la demanda ya es un avance, las administraciones con mayor vocación real por la innovación, pueden ir incluso un paso por delante. Además de detectar problemas, es posible innovar desde la oferta.

Decía Steve Jobs que “el cliente no sabe lo que quiere hasta que se lo muestras”, como paralelismo, la administración pública no demandará algo que no sepa que es posible. Por ello, innovar desde la oferta, supone vencer la endogamia de la administración, escuchando activamente qué le pueden ofrecer las empresas.

Un ejemplo que conozco de primera mano es el Ayuntamiento de Madrid, donde mensualmente se convocan sesiones,  denominadas innocasting, para que las empresas innovadoras tengamos la oportunidad de exponer, a puerta cerrada, a los correspondientes jefes de servicio nuestras propuestas o ideas para generar procesos de compra pública de innovación. Según me manifiestan los propios técnicos municipales, de esta forma se avanza más rápidamente. Algo así, sería deseable en Valencia, no limitando la participación a empresas de nuestra comunidad, porque la innovación que venga de fuera aporta un valor de tracción.

Conclusión

En definitiva, la Compra Pública de Innovación es una excelente herramienta, que debería recibir mayor impulso, pero puede tener sus limitaciones, especialmente cuando se trata de startups.

Pero mucho peor está la Compra Pública estándar. El sistema actual de contratación pública, al menos en el sector de la construcción por ser el que yo conozco, no solo desincentiva la innovación sino que además se está premiando a aquellas empresas que “tiran los precios”, haciendo chapuzas y causando precariedad laboral a sus trabajadores y a los trabajadores de sus proveedores. Es una consecuencia evidente, si los contratos se los llevan los más baratos, en lugar de  los que mejor solvencia técnica y disponen de mejores técnicos.

Fernando Casado Bonet

Ingeniero de Caminos y Emprendedor Innovador. Presidente de Tecment Tecnología y Gestión Constructiva SL (NIGHTWAY, MATEC-Q), y miembro de la junta directiva del Instituto Valenciano de la Empresa Familiar (IVEFA)