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Masters, plagios, tesis y demás

Ahora nos caemos del guindo ante una verdad a gritos: cantidad de presuntos trabajos académicos no se han hecho, han sido plagiados o los han realizado “negros” contratados al efecto.

Hasta el anterior rector de la tan traída y llevada Universidad Juan Carlos I, Fernando Suárez, hubo de dimitir hace dos años ante múltiples acusaciones de plagio.

La Universidad española es, precisamente, una de las instituciones más sospechosas de fraudes, nepotismo, trampas y ocultaciones varias. ¿Cómo medrar en ella, si no?

El asunto no consiste, por consiguiente, en si los títulos o las dignidades académicas son o no espurios, sino la facilidad con la que los beneficiarios de tales chanchullos logran su propósito.

En primer lugar, eso se debe a las escasísimas denuncias de apropiación del trabajo de adjuntos, ayudantes y alumnos por parte de sus superiores. A ello contribuyen desde una vaga concepción del llamado “trabajo en equipo” hasta el miedo a perder favores o caer en el ostracismo académico.

En segundo lugar, está la simple apropiación del trabajo ajeno, compartida por escritores, profesores, periodistas y demás ejercientes de la pluma. ¿Dónde acaba el inspirarse en el trabajo de otro y empieza el simple saqueo de su patrimonio intelectual? Y, además, ¿cómo se puede demostrar semejante piratería?

Por eso no es de extrañar que políticos y otras gentes necesitadas de una buena reputación consigan, gratis o no, distinciones académicas que no merecen. Es una mera cuestión de poder. Como ya dijo Lord Acton hace siglo y medio, “el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Así que se trata de eso: de poner coto a tan malsano uso del poder.

Enrique Arias Vega

Periodista y Escritor. Ex director de publicaciones del Grupo Zeta, y de varios diarios pertenecientes a este grupo de comunicación