ActualidadAgricultura y Pesca

Las pérdidas de la campaña citrícola ascienden ya a 130 millones de euros

El 65%, según la Unió de Llauradors, se debe a la masiva presencia de fruta de terceros países que se exige un lobby valenciano en Bruselas para defender nuestros intereses

La actual campaña citrícola no funciona correctamente para los intereses valencianos. Al menos, eso se desprende del estudio elaborado por la Unió de Llauradors, según el cual, las pérdidas de la primera parte de la campaña citrícola ascienden a la cantidad de 130 millones de euros.

De esta cantidad,  85 millones,  un 65%, se debe a  una situación de mercado anómala para nuestros productores, originada por la masiva presencia de fruta de terceros países como Sudáfrica -y otros- en los lineales de los supermercados europeos hasta mitad de noviembre.

Por su parte, los efectos de las lluvias han sido evidentes y significativos, y suponen 45 millones de euros, es decir, el 35% de las pérdidas, y que supone que la causa climática no sean las más importantes a tenor de los resultados.

Según la Unió de Llauradors, esta situación ha generado miles de toneladas de nuestras mandarinas -sobre todo satsumas y clementinas- se han quedado en los árboles esta campaña sin recoger al quedar desplazadas de los mercados europeos por la saturación de cítricos de países terceros como Sudáfrica que gozan además de acceso libre en mandarinas y trato preferencial de entrada en naranja que además se liberalizará totalmente en 2026.

De esta manera, según el sindicato agrario, “los precios de nuestros cítricos han bajado de media un 23% en relación a las mismas fechas de la campaña anterior”.

Lobby valenciano en Bruselas

Por este motivo, desde la Unió de Llauradors se ha convocado con la Conselleria de Agricultura para analizar la situación, y en ella, el sindicato agrario presentará una serie de propuestas de futuro -y no puntuales para esta campaña- para todas las Administraciones (Generalitat, Gobierno central y Comisión Europea) porque la situación es grave y requiere el apoyo de todas ellas.

Entre estas medidas destaca la renegociación del Acuerdo con los países del África Meridional (Sudáfrica) por lo que se refiere a las importaciones de cítricos y mientras esto no se produzca establecer la cláusula de salvaguarda. La Unió de Llauradors exige también la reciprocidad de las normativas europeas en materia fitosanitaria y laboral a las producciones agrarias procedentes de países terceros, así como la implantación del tratamiento en frío a todos los cítricos procedentes de países terceros con plagas de cuarentena.

Para trasladar todas estas demandas a las instituciones europeas se pretende solicitar a la Generalitat que contrate personal en Bruselas para que, en coordinación reglada con las organizaciones agrarias valencianas más representativas, haga la función de lobby permanente en materia de comercio internacional.

Otras peticiones de la Unió de Llauradors pasan por impulsar una reestructuración del sector citrícola estableciendo normativamente un límite a los royalties abusivos y por no conceder ayudas públicas a empresas que importan o comercializan cítricos de países terceros cuando tengamos aquí una producción suficiente para alcanzar mercados.

A todas estas medidas hay que sumar algunas otras que ya se reclaman de forma habitual como es la reducción de módulos fiscales y de las cuotas de la Seguridad Social, exención del IBI o la apertura de una línea de crédito, aspectos que ya contempla al parecer la Generalitat solicitar al Gobierno central.

De igual manera, pedirá un nuevo plan de reestructuración citrícola pero ligado a que las variedades plantadas, en el caso de estar protegidas, deberían tener una limitación del precio de los royalties. En relación a una posible retirada de cítricos como se ha planteado desde alguna instancia, la Unió de Llauradors considera una buena medida, pero siempre y cuando se hubiera planificado en tiempo y forma. Además, las retiradas no son tanto una herramienta de compensación directa al citricultor cómo de ordenación del mercado y pocas veces llega algo a los citricultores, tal y como por ejemplo ha ocurrido con el veto ruso. Esta y otras medidas que nos ofrece la normativa comunitaria se podrían haber gestionado a través de la interprofesional citrícola Intercitrus, pero dada su inoperancia “ni está ni se le espera”.