Intervención en nuestras vidas
Ahora, el Gobierno valenciano ha decidido que los niños no deben llevar deberes a casa. Podría haber obligado a lo contrario: lo importante es decirnos constantemente qué debemos hacer.
Lo mismo vale para cualquier otro Gobierno autonómico, local o estatal. Lo que les chifla es regular nuestra vida, entrometerse en ella y no resolver, simplemente, los problemas que sobrevengan, que es lo que deberían hacer.
La cuestión de los deberes escolares, como todas, es discutible. A mí, cuando era pequeño, me chiflaban: podía estudiar a mi gusto, sin interferencias, a mi ritmo… Las tareas que nos ponían a comienzo del verano solía hacerlas de golpe, sin dosificarlas en el tiempo, tales eran mis ganas de abordarlas y de tener luego todas las vacaciones libres.
Entiendo que haya quién piense justamente lo contrario, pero allá cada uno. El argumento es que los niños tengan más tiempo para estar con sus padres y hablar con ellos.
Lo malo es que algunos progenitores no tienen ni idea de cómo relacionarse con sus hijos, de qué conversar ni de cuándo hacerlo. Que no se preocupen: cualquier día el Gobierno o el Parlamento de turno dictarán una ley que regule exactamente de qué deben hablar, con temario incluido.
Es que nuestros legisladores creen que lo trascendental es aprobar más leyes que los demás, aunque dé lo mismo cuál sea su contenido: lo importante es legislar, cuanto más, mejor, y así justificar su sueldo ante los sufridos y mangoneados electores.
El día en que se den cuenta de que la mejor legislación es la que no existe y que la intervención en nuestras vidas debe ser la excepción y no la regla, todos habremos ganado y no como ahora.