El Valencia CF vuelve a Sevilla 20 años después para jugar otra final
El gol de Rodrigo lleva la euforia a Mestalla y el Valencia CF vuelve a una final de Copa de Rey y jugará el 25 de mayo con el FC Barcelona en el Benito Villamarín
El Valencia CF volverá el próximo 25 de mayo a Sevilla para jugar una final de Copa de Rey, como sucedió hace veinte años. En esta ocasión, lo hará en el Benito Villamarín de Sevilla y contra el FC Barcelona, y revivirá la final de hace 20 años en el Estadio de la Cartuja que ganó contra el Atlético de Madrid, y de la mano de Claudio Ranieri, que comenzó el periodo más glorioso del club che que acabó con dos finales de Champions League, dos ligas, dos Copa de Rey, una Copa de la UEFA y una Supercopa de Europa.
El gol de Rodrigo Moreno, la expresión de fuerza de Cristiano Piccini, coloso en el lateral derecho, la sutil asistencia de Gameiro y el remate definitivo del delantero certificaron a los 55 minutos el pase a la final. El 1-0 se convirtió en una auténtica losa para un rival incapaz de jugar a otra cosa. Desde ese momento los aficionados comenzaron a verse en la final del Benito Villamarín: “¡Illa, illa, illa; nos vamos a Sevilla!”. Dicho cántico se apoderó tras la finalización del partido.
No obstante, la noche empezó mucho más cargada de nervios. La tensión y la ilusión se entrelazaban en todos y cada uno de los 45.000 corazones valencianistas. Mestalla enteró respiró en el primer contacto de Jaume Domènech con el balón. El portero, ausente debajo de los palos desde la ida en el Benito Villamarín, blocó un disparo centrado y seco desde fuera del área de Joaquín. Instantes después el Valencia dejó su aviso más peligroso del primer tiempo en la otra portería. Gabriel Paulista cabeceó sin acierto un servicio de esquina para el que sí se había desmarcado con inteligencia en la zona caliente. El equipo de Marcelino disfrutó de un comienzo cómodo, replegado en su campo, mientras comprobaba como los béticos movían el esférico sin fluidez ninguna.
La dinámica de la semifinal cambió de orden pasados los 20 minutos. Poco antes Jaume había demostrado de nuevo como está hecho de una pasta especial para estos partidos. Cuanto más difícil es el reto, él más se motiva. Canales enroscó con con veneno un centro-chut que el cancerbero de Almenera repelió con los dedos cerca de la escuadra. Desde aquí y hasta la conclusión del primer acto el Betis dominó el juego, pero desaprovechó la oportunidad de hacer que los cimientos del estadio valencianista se tambalearan. El portero local volvió a ganarse la ovación de los suyos al exhibir sus reflejos felinos en un disparo dentro del área de Jesé tras una asistencia medida de Lo Celso. Mandi remató desviado con la cabeza el córner posterior. Fueron los minutos más duros, los momentos en los que Mestalla se preocupó de verdad. La única respuesta antes del descanso, una acción en la que Guedes se durmió en un mano a mano con Joaquín.
La tensión continuó dominando el ambiente hasta que a los diez minutos de la reanudación Rodrigo cantó gol. «Vamos, vamos!», decía a la grada. Eufórico. Eufóricos los 45.000 que se unieron en una perfecta armonía con el equipo en busca de la gloria de una final. Bastó la energía del ‘toro’ Piccini para hacer trizas al Betis. Quedaba poco más de media hora y a los andaluces sólo les quedaba marcar dos goles. Una misión imposible con un Valencia perfecto en su trabajo defensivo, basculando y controlando en su campo a un Betis previsible. Inferior al Valencia en capacidad competitiva.
El gol golpeó a los de Setién, cuya mejor ocasión fue otro cabezazo de Mandi tras un centro de Joaquín. Marcelino, por su parte, protegió al goleador para que no viera la amarilla y pueda estar en la final contra el Barcelona. Jaume volvió a lucirse en un remate de Canales y Gayà dio la cara en un par de rifirrafes con Setién y Canales. Piccini y Gameiro pudieron ampliar la cuenta, pero no hizo falta. El objetivo estaba conseguido. Mestalla nos disfrutaba así desde hacía más de una década. Después de meses cuestionado, Marcelino ha llevado al Valencia CF a la final de Copa, la primera para él… un logro festejado por equipo y afición más allá de los 90 minutos.