Sánchez elegido presidente del Gobierno por dos votos y con un parlamento muy fragmentado
La Coalición progresista se queda a diez votos para la aprobación de cualquier ley, incluidos los Presupuestos Generales del Estado, que tendrá que negociar de manera individual
Lo consiguió. Pedro Sánchez ya ha sido reelegido presidente del Gobierno por únicamente por dos votos en segunda votación en una última sesión del debate de Investidura marcada por la fragmentación absoluta del parlamento, no únicamente marcada por ideologías sino por filias y fobias. Al menos, eso desprende del resultado de la votación, donde ha habido 167 votos a favor, 165 en contra y 18 abstenciones.
En concreto, PSOE, Unidas Podemos, PNV, Más País, Compromís, Nueva Canarias, BNG y Teruel Existe han apoyado al socialista, mientras que PP, Vox, Ciudadanos, JxCat, Navarra Suma, CUP, PRC, Foro Asturias y la diputada de CC, Ana Oramas, han votado en contra. Por su parte, ERC y EH Bildu se han abstenido.
Este resultado refleja una difícil evolución de la legislatura, y sobre a la hora de aprobar leyes, o los Presupuestos Generales del Estado, que con el resultado de este martes no podrían aprobarse, pues, a la Coalición Progresista necesitaría diez votos más, en ambos casos, es decir, necesitarían el voto afirmativo de ERC o de algunos de los partidos que han votado en contra, sobre todo si se tiene en cuenta que los intereses de ERC exigen la modificación leyes orgánicas que no podrían aprobarse sin el respaldo del PP o de Vox, algo que no parece factible. Eso sí, la financiación autonómica sería factible con un pacto PSOE-PP que precisamente son los partidos que gobiernan la mayoría de gobiernos regionales, por lo que no habría ningún impedimiento.
El debate reflejó perfectamente esta situación. Hubo nervios, rencor y lágrimas de felicidad pospuestas durante años, por parte de los miembros de Podemos en el congreso más dividido de la democracia, que validó por solo dos votos de diferencia la presidencia de Pedro Sánchez, que pretende un nuevo ciclo político, y cuyo debate volvió a caracterizarse por una competición de aplausos, abucheos, reproches y descalificaciones. No hubo sorpresas, y nadie cambió su voto, en una sesión en la que PP y Vox volvieron a enseñar los dientes, acusando al líder del PSOE de dejar a España en manos de «golpistas» y «terroristas», mientras que Pablo Iglesias se echó a llorar, embargado por una emoción compartida por decenas de diputados, y esperó turno para felicitar a un Sánchez desbordado por los abrazos, y Sánchez se dedicó a posar ante los fotógrafos tras su elección, y romper previsiones: no habrá gobierno hasta la próxima semana, una decisión que sorprendió en el PSOE y en la Moncloa, y que refleja sus intenciones, ya que acudirá a las once de la mañana al palacio de la Zarzuela, a prometer su cargo ante el Rey. Después se abre un ‘impasse’, hasta que haga pública la formación de un macrogobierno que está ya diseñado. Ambos en público, durante el debate, Sánchez e Iglesias sellaron su idilio, con abrazos y loas, y declaraciones.
Nervios y descalificaciones
Antes de las votaciones, en un hemiciclo agitado por la crispación, Sánchez empleó su última intervención para apelar a las “derechas” a que rebajen la tensión, pidiéndoles que no contagien ese clima de «irritación» a la sociedad, y que superado el debate vuelvan al «consenso». Reclamó dejar atrás «el berrinche», el «clima tóxico» generado por la «frustración y la amargura» de perder las elecciones. Parafraseando al presidente de la Segunda República, Manuel Azaña, apeló a la calma con una cita que volvió a enervar a las bancadas conservadoras asegurando que «todos somos hijos del mismo sol y tributarios del mismo río».
Enfrente se encontró con una derecha insistió en hablar de traición, romper España y terrorismo. El PP volvió a sonar como Vox. El líder del PP, Pablo Casado, ha acusado al candidato socialista de «cambiar el régimen» de la Constitución de 1978 con tal de mantenerse en el poder y de haberse convertido en el «hombre de paja» del independentismo y su «caballo de Troya» para llegar al Gobierno. En su opinión, “Sánchez ha puesto el futuro de España en manos de los dos grandes enemigos de España: los golpistas y los independentistas para conseguir este martes su investidura porque solo piensa en seguir en La Moncloa a cualquier precio”.
Casado ha mantenido su tono duro del sábado y ha criticado al candidato socialista, tanto por su coalición con la formación morada, como por el acuerdo para la abstención de ERC o la de EH Bildu con la que contará para su investidura, y le ha atribuido el haber «liquidado el socialismo constitucional».
Por su parte, el presidente de Vox, Santiago Abascal, ha acusado a Sánchez, de «copresidir junto a los comunistas un Gobierno ilegítimo basado en el fraude y la mentira a los españoles y que cuenta además con el beneplácito de ETA”.
Abascal ha acusado a Unidas Podemos, de tener vínculos con dictadores y «teocracias» como Irán, y ha empleado gran parte de su intervención en defender la posición contraria de Vox a las leyes de violencia machista y su apuesta por la cadena perpetua para los asesinos y una ley de violencia intrafamiliar que ampare a todas las víctimas, y ha asegurado que “la mayoría de violaciones en grupo las perpetran extranjeros, pero el Gobierno lo oculta por sus obsesiones ideológicas».
Compromís les afeó «falta de educación». Íñigo Errejón felicitó a un Gobierno que, dijo, llega cuatro años tarde. ERC, con un discurso duro de la diputada Montse Bassa, (hermana de la ‘exconsellera’ de Treball encarcelada) habló del dolor de los presos y aseguró que la gobernabilidad le importa «un comino», algo que evidencia las dificultades de alcanzar acuerdos a la hora de aprobar leyes.