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La Comunidad de Madrid se afianza como reserva de la derecha española

El gran resultado Díaz Ayuso provoca extrapolaciones tempranas a nivel nacional, siendo necesario recordar que en territorio madrileño las formaciones conservadoras tienden a superar el 50% del voto.

Isabel Díaz Ayuso ganó este pasado martes 4 las elecciones a la Asamblea de Madrid con una amplia mayoría de 65 escaños, a cuatro de la absoluta. Un resultado no visto para el Partido Popular desde Esperanza Aguirre en el año 2011 y Mariano Rajoy en las generales, cuando ambos superaron el 51% de los votos. La actual presidenta se quedó en un 44,7%, superando la media de las encuestas pronosticadas. Además, si nos remontamos dos años atrás vemos una subida de alrededor de algo más de veinte puntos porcentuales.

En el calor del debate político y la euforia de los medios ante acontecimientos de este calibre, todo hace pensar que la candidata popular arrasó en la jornada electoral, y razón no falta para acreditarlo, aun así cabe apuntar que en Madrid, en la última década, la suma de las formaciones de la derecha solo han bajado del 50% en una ocasión, en las elecciones autonómicas del 2015, con Cristina Cifuentes como candidata en el Partido Popular y un desconocido Ignacio Aguado en los primeros pasos mediáticos de Ciudadanos.

Los comicios anticipaban una alta participación, y así fue, llegando a alcanzar un 76%, lo que supone que más de 3.600.000 madrileños acudieron a las urnas. Se suele pensar que los votantes que tradicionalmente apostarían por la izquierda son más abstencionistas, y en ciertas ocasiones ocurre de este modo, pero el caso de Madrid no es similar. En los últimos diez años, una mayor tasa de votos ha supuesto un porcentaje superior para las formaciones conservadoras.

La movilización en feudos de la izquierda como Getafe, Leganés o el barrio de Vallecas no supuso un incremento a las posibilidades de un gobierno progresista, sino más bien lo contrario. Las diferencias con las pasadas elecciones autonómicas son abismales, claro es el ejemplo de ciudades como Fuenlabrada, donde la izquierda ganó por más de veinte puntos, y el aumento de la derecha en esta cita ha sido de un 22,9%.

Una izquierda hundida en un 40% del voto, con la sorpresa de Mónica García como la nueva jefa de la oposición. Bien es cierto que este sorpasso lo oficializa, aun así, estos resultados no son casuales, la oposición a Ayuso desde el 2019 no la ha liderado el PSOE, sino Más Madrid. La formación madrileña logra de esta forma su mejor resultado histórico, aumentando cuatro escaños hasta los 24 y más de 100.000 votos.

Los socialistas liderados por Ángel Gabilondo tendrán que hacer autocritica y cambiar de liderazgo en la comunidad madrileña. Por el camino se dejan algo más de 200.000 votos y 13 asientos. La falta de hacerse ver como una alternativa fuerte en la pasada legislatura es en parte responsable de los pésimos resultados.

Aumentando el voto para su partido terminó Pablo Iglesias su vida política e institucional con su dimisión al reconocer la derrota de la izquierda en las elecciones a la Comunidad de Madrid. El antiguo Vicepresidente Segundo del gobierno apostó por agitar la campaña y presentarse a la Presidencia, con el principal objetivo de salvar a Podemos, pero sin el éxito esperado. Desde hace semanas también se venía rumoreando que toda la estrategia era un síntoma de que más pronto que tarde abandonaría la política activa. Y así ha sido.

En la izquierda también podría abrirse otra correlación de fuerzas, en el caso de que Más País decidiera apostar por presentarse en todo el territorio nacional. Por otra parte, no parece que los resultados del PSOE vayan a afectar a la figura de Pedro Sánchez. En Podemos, habrá que esperar a ver la fuerza de Yolanda Díaz.

En el otro espacio del tablero político, la formación de ultraderecha ha conseguido mantener a sus fieles y aumentar levemente sus resultados en un escaño. Serán claves para un gobierno conservador durante estos dos años previos a unas nuevas elecciones autonómicas, obligatorias por ley.

Edmundo Bal en el centro derecha no pudo salvar a Ciudadanos y el partido queda a la espera de un último milagro que no parece que vaya a llegar.

Estas elecciones se celebran en medio, o más bien al final, de la pandemia por la COVID19. Con un aumento diario de la vacunación frente al coronavirus parece que la gente empieza a ver esperanza en la vida anterior al virus. El éxito del triunfo de Díaz Ayuso puede deberse a la pérdida mayoritaria del miedo al contagio, a enfermar, y el deseo de volver a la etapa anterior al estado de alarma. Si nos fijamos en los bloques, los partidos a la izquierda del PSOE han aumentado su voto respecto a 2019, y entre Más Madrid y Podemos suman un 24% del total. En unas elecciones tan polarizadas, no parece que haya habido un castigo ideológico para estas formaciones. Los que han podido sufrir esta situación son los socialistas en el votante más centrista, ese elector que, en estos momentos, donde el Partido Popular prefiere centrarse en la economía antes que en la salud, decide optar por la primera, precisamente porque puede tener una percepción de que la situación va a mejor y la izquierda es más proclive a medidas duras anti COVID19.

Si se pueden extrapolar o no los resultados al conjunto nacional no es del todo claro. La Comunidad de Madrid tiende a la derecha, llevan gobernando más de dos décadas. Esperanza Aguirre ganaba en 2007 y en 2004 y 2008 José Luís Rodríguez Zapatero pudo gobernar el país desde el centro izquierda. España no es solo Madrid, es Galicia, Catalunya, el País Vasco, Andalucía y la Comunidad Valenciana, entre otros. Es un estado diverso. Lo que dejan claro estas elecciones es la figura personalista que se ha creado en torno a Ayuso, que presumiblemente tratará en poco tiempo dar el salto a la presidencia del Partido Popular, como bien le piden muchos afiliados y simpatizantes. Aun así, haciendo memoria, Esperanza Aguirre, con un perfil similar, también lo intentó y no le salió la jugada. La presidenta y ganadora de las elecciones puede que haya creado un movimiento, provocará cambios en los populares, pondrá en aprietos a Pablo Casado, se acercara más a Vox, pero para afirmar con rotundidad el declive de un gobierno progresista a nivel nacional habrá que esperar al desarrollo de los acontecimientos, pues Madrid es solo una parte de España.