La diáspora vasca
No se sabe a ciencia cierta el número de personas que en estos años de democracia abandonaron el País Vasco a cuenta del clima de terror que impuso ETA durante décadas. Alguna estimación llega a las 180.000, casi tanto como la población de San Sebastián, por ejemplo.
No es que el conocimiento de este dato vaya a modificar la realidad sociológica de lo que hoy es Euskadi, pero sí de lo que podría haber sido con todos esos ciudadanos empadronados allí y votando en consecuencia en su domicilio de antes de ese éxodo provocado por el miedo.
Ése es un fenómeno nada colateral del terrorismo, que como su nombre indica consiste en hacer sentir terror a la población y que cambie en razón de ello sus normas de conducta. ¿Se imaginan qué hubiese pasado durante todos los llamados años de plomo en una Euskadi en paz, con todos sus paisanos presentes y votando en la más estricta libertad?
Pues, para empezar, que el resultado electoral de todos estos años habría sido bien distinto al añadir el voto de ciudadanos ajenos a las ideas abertzales de la banda terrorista. Y conviene, recordarlo, además, en un momento electoral que arrastra las secuelas de toda esta historia de diáspora y miedo. El porcentaje de voto nacionalista habría sido diferente y el resultado habría afectado a la vida de la gente.
Poco sirve un recordatorio como éste, ni siquiera en un momento electoral como el presente, porque las cosas son como han sido y no como pudieran haberse producido. Pero sí hay un único motivo para traerlo a colación y es el interesado olvido de las instancias nacionalistas de un fenómeno que les benefició y que tiene su origen en una acción terrorista.
Como digo, nada de todo esto afecta a los resultados electorales de ahora, pero podría haberlos afectado. Y mucho. Para que conste.