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El Papa Francisco anima a los jóvenes a caminar sin rendirse en la vida y ser testimonio para los demás

Les insta a ser testimonio del mundo y a transmitir a los demás “la alegría misionera que han recibido, y que hay que descubrirla en nuestro diálogo con los demás donde tenemos que dar esas raíces de alegría que nosotros hemos recibido”

El Papa Francisco ha presidido este sábado, 5 de agosto la Vigilia con los Jóvenes con motivo de la XXXVII Jornada Mundial de la Juventud, en el Parque Tejo de Lisboa. En su intervención ante más de  millón y medio de peregrinos alentó a los jóvenes “caminar en esperanza, mirando nuestras raíces, sin miedo”.  En su  opinión, “caminar y, si uno se cae, levantarse; caminar con una meta; entrenarse todos los días en la vida. En la vida, nada es gratis. Todo se paga. Solo hay una cosa gratis: el amor de Jesús”.

El Santo Padre agradeció a los jóvenes peregrinos que llegaron de todas partes del mundo para participar en esta JMJ, y destacó que María realiza un gesto no pedido, no obligatorio, María va porque ama, y «el que ama, vuela, corre y se alegra». Eso es lo que nos hace el amor. A su juicio, “la alegría de María es doble: ella acaba de recibir el anuncio del ángel que iba a recibir al Redentor y también la noticia de que su prima está embarazada. Entonces, es curioso: en vez de pensar en ella, piensa en la otra. ¿Por qué? Porque la alegría es misionera, la alegría no es para uno, es para llevar algo”.

Ser para los demás raíces de alegría

De igual manera, les ha preguntado a los jóvenes asistentes: ¿esto se lo van a quedar para ustedes o lo van a llevar a los otros?, y les ha animado a llevarlo a los otros porque la alegría es misionera: “Y entonces yo tengo que llevar esa alegría a los demás, pero esa alegría que nosotros tenemos, también otros nos prepararon para recibirla. Ahora miremos para atrás todo lo que hemos recibido. Lo que hemos recibido y lo que han preparado, todo eso ha preparado nuestro corazón para la alegría. Todos. Si miramos hacia atrás, tenemos personas que fueron un rayo de luz para la vida: padres, abuelos, amigos, sacerdotes, religiosos, catequistas, animadores, maestros…”

En este sentido, dijo que esas personas son como las raíces de nuestra alegría. Y haciendo un momento de silencio el Pontífice invitó a los jóvenes a pensar en aquellos que nos dieron algo en la vida, que son como las raíces de la alegría: “Esa alegría que vino por esas raíces es la que nosotros tenemos que dar, porque nosotros tenemos raíces de alegría, raíces de alegría. Y también nosotros podemos ser, para los demás, raíces de alegría. No se trata de llevar una alegría pasajera, una alegría de momento. Se trata de llevar una alegría que cree raíces”.

Convertirnos en raíces de alegría

De igual manera, el Papa Francisco animó a los peregrinos que tenemos que convertirnos en raíces de alegría. La alegría no está en la biblioteca, encerrada, aunque hay que estudiar, pero está en otro lado. No está guardada bajo llave, la alegría hay que buscarla, hay que descubrirla, hay que descubrirla en nuestro diálogo con los demás donde tenemos que dar esas raíces de alegría que nosotros hemos recibido: “Piensen lo que sucede cuando uno está cansado: no tiene ganas de hacer nada, como decimos en español, uno tira la esponja porque no tiene ganas de seguir y entonces uno se abandona, deja de caminar y cae. ¿Ustedes creen que una persona que cae en la vida, que tiene un fracaso, que incluso comete errores pesados, fuertes, ya está terminada? No. ¿Qué es lo que hay que hacer? Levantarse”.

Ayudar a levantase a quien esta caído

Y hay una cosa muy linda que quisiera que hoy se la llevaran como recuerdo, les dijo el Papa Francisco, y señaló que, los alpinos, que les gusta subir montañas, tienen un cantito muy lindo que dice así: “En el arte de ascender la montaña, lo que importa no es no caer, sino no permanecer caído”.

Según el Papa Francisco, “el que permanece caído se ‘jubiló’ de la vida ya, cerró, cerró la esperanza, clausuró la ilusión y ahí queda caído. Y cuando vemos algunos amigos nuestros que están caídos, ¿qué tenemos que hacer? Levantarlo, fuerte. Levantarlo. Fíjense cuando uno tiene que levantar o ayudar a levantar a una persona qué gesto hace: lo mira de arriba hacia abajo. La única oportunidad, el único momento que es lícito mirar a una persona de arriba abajo es para ayudar a levantarse”.

La importancia de entrenarse en la vida

Y en la vida, afirmó el Papa, para lograr las cosas hay que entrenarse en el camino. A veces no tenemos ganas de caminar, no tenemos ganas de hacer esfuerzos, nos copiamos en los exámenes porque no queremos estudiar y no llegamos al éxito: “Y en la vida, no siempre uno puede hacer lo que quiere, sino aquello que la vocación que tengo dentro -cada uno tiene su vocación-, nos lleva a hacer. Caminar; si me caigo, levantarme o que me ayuden a levantarme; no permanecer caído; y entrenarme, entrenarme en el camino. Y todo esto es posible, no porque hagamos cursos sobre el camino -no hay ningún curso para enseñarnos a caminar en la vida, eso se aprende, se aprende de los padres, se aprende de los abuelos, se aprende de los amigos, llevándose de la mano mutuamente”.