Navidades
Estamos en la época de más consumo anual y, además, en cosas superfluas. Más allá de las connotaciones religiosas que tienen estas fechas, lo que propician las Navidades es la diversión, el encuentro y la propensión al exceso.
Esta inclinación al gasto es compartida por el común de los ciudadanos, aunque con la que está cayendo la gente resulta más conservadora en sus dispendios. Según una encuesta de idealo.es, el 30,9 por ciento de los españoles gastará menos este año.
El resto tiene un presupuesto igual o mayor en sus previsiones.
Es que nuestra afición por lo festivo no decae, sean cuales sean nuestros recursos. En cuanto acaben las fiestas de Navidad ya estaremos pensando en los Carnavales y, pasados éstos, ya estaremos planificando el veraneo, que dará paso a Halloween, festividad foránea que ya hemos adoptado como nuestra. ¡Ah!: y sin olvidar las respectivas fiestas patronales que son una incitación más a la exageración y a la demasía.
Como se ve, estamos en plena vorágine consumista, aunque el horizonte no nos permita apreciar más posibilidades de consumo que las actuales. Al contrario, las próximas Navidades, serán por definición más austeras. El derroche en el gasto público que llevamos irá en detrimento de nuestros bolsillos cuando la Unión Europea nos exija el cumplimiento del plan de estabilidad y el déficit presupuestario y la deuda pública hayan rebasado sus actuales récords.
Aprovechemos, pues, estas fiestas, sin lanzarnos a locas aventuras, ya que el futuro económico y a lo mejor también el otro serán peores según todos los vaticinios.