El Papá Francisco se posiciona contra todas las guerras del mundo por ser “una locura sin excusas”
Reclama a las autoridades políticas del continente americano a hallar soluciones idóneas que lleven a superar las disensiones sociales y políticas, a luchar contra las formas de pobreza que ofenden la dignidad de las personas
El Papa Francisco en su tradicional mensaje navideño desde la Logia Central de la Basílica de San Pedro donde impartió la Bendición Urbi et Orbi en la Solemnidad de la Natividad del Señor hizo un claro mensaje condenando todos conflictos bélicos existentes en el mundo. En su opinión, “ser Príncipe de la paz significa decir no a la guerra, a toda guerra, a la misma lógica de la guerra, un viaje sin meta, una derrota sin vencedores, una locura sin excusas”. Una vez más, el Papa imploró la paz en Israel y Palestina, «donde la guerra sacude la vida de esas poblaciones», extendió su abrazo a ambos países, y a las comunidades cristianas de Gaza.
En este sentido, aseguró tener en el corazón «el dolor por las víctimas del execrable ataque del pasado 7 de octubre» y renovó su llamamiento apremiante para la liberación de quienes aún están retenidos como rehenes reclamando «que cesen las operaciones militares, con sus dramáticas consecuencias de víctimas civiles inocentes, y que se remedie la desesperada situación humanitaria permitiendo la llegada de ayuda». En su opinión, es necesaria “una solución a la cuestión palestina, por medio de un diálogo sincero y perseverante entre las partes, sostenido por una fuerte voluntad política y el apoyo de la comunidad internacional».
Asimismo, se refirió a la población de la martirizada Siria, como también a la de Yemen, que sigue sufriendo, así como al pueblo libanés “para que pueda recuperar pronto la estabilidad política y social», e imploró la paz para Ucrania. «Renovemos nuestra cercanía espiritual y humana a su martirizado pueblo, para que a través del sostén de cada uno de nosotros sienta el amor de Dios en lo concreto», exhortó.
En esta defensa a favor de la vida, el Papa aprovechó para realizar un alegato contra el aborto que asemejó a las matanzas de niños en las guerras. Así, lamentó las «matanzas de inocentes en el mundo: en el vientre materno, en las rutas de los desesperados que buscan esperanza, en las vidas de tantos niños cuya infancia está devastada por la guerra. Son los pequeños Jesús de hoy».
Soluciones a la problemática de América Latina
De igual manera, encomendó al Hijo de Dios, que se hizo un Niño humilde, que «inspire a las autoridades políticas y a todas las personas de buena voluntad del continente americano, para hallar soluciones idóneas que lleven a superar las disensiones sociales y políticas, a luchar contra las formas de pobreza que ofenden la dignidad de las personas, a resolver las desigualdades y a afrontar el doloroso fenómeno de las migraciones».
En la parte final de su intervención declaró que «desde el pesebre, el Niño nos pide que seamos voz de los que no tienen voz: voz de los inocentes, muertos por falta de agua y de pan; voz de los que no logran encontrar trabajo o lo han perdido; voz de los que se ven obligados a huir de la propia patria en busca de un futuro mejor, arriesgando la vida en viajes extenuantes y a merced de traficantes sin escrúpulos».