Cuando desaparezca el sanchismo
Pese a su debilidad legislativa, ampliamente demostrada, Pedro Sánchez no hará ninguna de las dos cosas lógicas en esa tesitura: plantear una moción de confianza o convocar elecciones anticipadas. Y no lo hará por dos razones porque no tiene ya la confianza de Las Cortes y porque unas elecciones hoy día podrían llevar al triunfo de la coalición de derechas.
En cualquier caso, ahí sigue, con la cantinela de que hay legislatura para rato, al menos para los tres años que quedan del periodo vigente. Claro que no hay mal que cien años dure ni sanchismo que lo resista, por lo que un día u otro habrá comicios generales que acabará perdiendo el actual Gobierno. Y, eso, a pesar de su colonización de las instituciones y no de haber dejado un resquicio para que la oposición pueda ejercer democráticamente su función.
Así que, aunque no cese la adulación de los cohortes de la autocracia en que se va convirtiendo el país, habrá un día en que para estupefacción de los propios sanchistas esa corriente política personalista habrá desaparecido, pues no sobrevivirá a la ausencia de poder. El sanchismo ha ido sustituyendo al socialismo a golpe de decretos y leyes aprobadas en el filo de la legalidad.
Por eso, esa corriente que ha venido ocupando el PSOE desde que Sánchez llegó al poder no subsistirá a su caída y serán los propios socialistas quienes se escandalizarán de haber dado pábulo a un arribista sin escrúpulos que vació de contenido histórico sus siglas para hacer de ellas un proyecto personal de mantenerse en el poder a toda costa. Por eso, insisto, el PSOE entrará ese día en un doloroso proceso de refundación, en el que los mayores enemigos del sanchismo serán sus propios militantes.