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La  temporalidad es la asignatura pendiente que no ha resuelto ninguna reforma laboral

Se trata del principal factor de desigualdad de los jóvenes en el empleo,  y recuerdan que las reformas sólo han servido para cambiar el nombre a la tipología del contrato, pero no han abordado el problema

La temporalidad es el mayor problema existente en el mercado laboral, y ningún gobierno lo ha sabido afrontar con garantías de solución. Así, lo ha explicado esta semana la directora de la Fundación Iseak y catedrática de Economía en la Universidad del País Vasco, Sara de la Rica, y el rector de la Universidad Internacional de Andalucía y catedrático de Análisis Económico de la Universidad Pablo de Olavide, José Ignacio García, durante su participación en elciclo de diálogos La [Des] Igualdad de oportunidades que organiza la Fundació Ernest Lluch y el Ivie, con la colaboración de CaixaBank.  Según los dos expertos, la  temporalidad es la asignatura pendiente que no ha resuelto ninguna reforma laboral.

Así, José Ignacio García considera que la temporalidad es la gran lacra que tenemos que combatir. En su opinión, “el objetivo no deber ser solo crear empleo, sino crear empleo de calidad, que sea estable y con salarios dignos”.

El rector de la Universidad Internacional de Andalucía reconoció que España tiene un problema con su tejido productivo, basado en pequeñas empresas con poca capacidad para generar empleo y en sectores demasiado estacionales, como el turismo o la restauración. Pero también achacó la actual inestabilidad laboral a la creación del contrato temporal hace ya 40 años. A su juicio, “desde el año 1984 hemos hecho más de 10 reformas laborales para intentar corregir esa excesiva rotación, sobre todo de los jóvenes, pero no se ha logrado resolver el problema”. Para García, la última reforma tampoco ha logrado solucionarlo, porque los contratos fijos discontinuos siguen sufriendo la temporalidad. “Los jóvenes trabajan de media 87 días el primer año que se incorporan al mercado laboral y 170, el segundo, lo que equivale a salarios muy bajos, apenas cotizan por 4.000 euros el primer año, lo que no les permite plantearse la independencia”.

Sara de la Rica también coincidió en este punto y se planteaba que lo único que se ha hecho es cambiar de nombre al contrato temporal por fijo discontinuo porque, en la práctica, esas personas, especialmente jóvenes, siguen trabajando solo unos pocos días al año, aunque se mantengan vinculados con una empresa todo el ejercicio.

“No necesitamos cambiar el nombre del contrato sino dar incentivos a las empresas para favorecer la contratación indefinida, lo que también implica mayor flexibilidad ante el despido”, afirmó José Ignacio. Además, el catedrático de Análisis Económico insistió en que la obsesión ha de ser aumentar el tamaño de las empresas para hacerlas más competitivas. Además, comentó la necesidad de que se impliquen más en la formación, a través de la formación DUAL, no solo con la Formación Profesional, sino también en el ámbito universitario. En su opinión, lo que genera el exceso de jóvenes sobrecualificados no son las universidades formando a demasiados alumnos, sino el tejido productivo que no es capaz de crear empleos altamente cualificados. “Las empresas tienen que entender que la riqueza que generan los empleos de baja cualificación es muy volátil y que es mejor invertir en empleos de alta cualificación. Para ello, han de estar apoyadas por la Administración”, concluyó.

La importancia de orientar a los estudiantes para que escojan estudios con futuro laboral, especialmente los basados en STEM, y la obligación de las universidades de modernizar sus programas para adaptarlos a las necesidades del mercado laboral fueron dos de los aspectos también destacados por Sara de la Rica para mejorar el futuro del empleo de los jóvenes.

Además de las dificultades de los jóvenes en la inserción laboral, el diálogo reconoció la desigualdad de las mujeres en el mercado de trabajo. Sara de la Rica recordó que las mujeres son las que obtienen mejores niveles educativos, pero luego esas ventajas no se reflejan en el ámbito laboral. Al contrario, las mujeres son las que más sufren la parcialidad de los contratos y en su mayoría es una parcialidad involuntaria. “El aumento de los contratos parciales en las mujeres, especialmente después del primer hijo, provoca también un estancamiento de su carrera profesional que acaba derivando en la conocida brecha salarial de género”, alerto De la Rica.

Tras este primer diálogo, el ciclo continuará con cuatro nuevas sesiones que se prolongarán hasta el 30 de octubre y que abordarán la desigualdad en distintos ámbitos socioeconómicos.

Circunstancias personales

Según ambos expertos, circunstancias  personales, como el sexo, el origen o la situación de la familia al nacer son s principales determinantes del futuro laboral de los individuos, por lo que insistieron en la necesidad de aplicar políticas públicas que reduzcan esas desigualdades de partida,

Sara de la Rica recordó que esas circunstancias personales explican el 52% de las desigualdades de renta que hoy existen en España y el 25% de los resultados de las pruebas educativas PISA. Además, según los estudios realizados por la Fundación Iseak, las circunstancias familiares de las personas al nacer determinan en un 82% el nivel educativo de una persona. Por ello, destacó la importancia de transformar la educación para evitar la actual segregación por nivel socioeconómico y que pueda convertirse en la base para conseguir un mercado laboral con igualdad de oportunidades.

La formación alcanzada es una de las razones que analizaron los ponentes para explicar la desigualdad de oportunidades en el mercado laboral de los jóvenes. “Los jóvenes formados y alineados con el cambio tecnológico son los grandes ganadores, pero los que solo tienen formación básica están perdidos. Por ello, tenemos que conseguir que todos continúen su formación más allá de los estudios obligatorios”, explicó Sara de la Rica.