Los demócratas norteamericanos
Me refiero al Partido Demócrata de los Estados Unidos, estupefacto aún por el contundente triunfo electoral de Donald Trump. A falta todavía de algún tipo de autocrítica severa, está claro que su candidata, Kamala Harris, evidenció una vaguedad clamorosa en sus mítines, frente al carácter propositivo de Trump, aunque sus propuestas sean extravagantes y la formulación de ellas demencial.
A falta, digo, de explicaciones más sosegadas, está claro que el Parido Demócrata se encerró en su filosofía woke, de un progresismo políticamente correcto, que empieza a hacer aguas a uno y otro lado del Atlántico al reconocer amplias capas de la población que ni lo entiende ni le interesa.
Por eso los demócratas deben de cambiar de estrategia y alejarse de unos postulados elitistas muy a la izquierda para buscar el voto del centro, como hicieron en otra época Bill Clinton y en cierta manera Barak Obama.
Ése hartazgo de la moda progresista difícilmente comprensible se ha visto claramente en que colectivos tradicionalmente demócratas le han dado la espalda en gran medida al partido. Me refiero a los jóvenes, a las mujeres y a las minorías, especialmente la de los hispanos.
El otro componente clave de la derrota de Kamala Harris ha sido su autopresentación como la de una nueva generación de políticos, aunque ella no lo sea, ni porque su edad ya no es tan juvenil, ni porque lleva toda su vida en cargos de representación concluyendo con la vicepresidencia.