CON ESPÍRITU CONSTRUCTIVOOpinión

El mito de Casandra

Los ingenieros sufrimos a menudo el mito de Casandra. Alertamos de las catástrofes que van a suceder y la opinión pública no nos cree. Y finalmente suceden. La controvertida gestión de la DANA que a finales de octubre asoló Valencia y otras regiones no debiera quitar el foco de lo que han sido unas políticas nefastas cuya reiteración en el tiempo ha agravado las consecuencias de un fenómeno que ha sido extraordinario.

Los ingenieros llevamos años escuchando mensajes contrarios a las obras hidráulicas cuando desde tiempos inmemoriales se han aplicado para almacenar agua, proteger frente a avenidas y un largo etcétera de efectos beneficiosos que han permitido que el país con la irregularidad espacial y temporal de precipitaciones que es España disponga de agua cuando y donde la necesita.

El cambio climático está sirviendo de excusa a políticos mendaces para no aplicar las políticas que deberían haberse aplicado. En esta suerte de nueva era parece que estamos abocados a sufrir la ira del “Dios” cambio climático e incluso usar estos fenómenos extremos como excusa para seguir sin acometer las obras necesarias. En una suerte de regresión cultural hemos vuelto a épocas oscuras en las que el hombre achacaba los fenómenos extremos de la naturaleza a deidades a las que había que aplacar y no tenía la capacidad para acometer soluciones concretas a los desafíos que la naturaleza, siempre cambiante, presentaba.

Estamos poniendo el foco en como se gestionaron las cosas en una aciaga tarde de octubre cuando hay detrás décadas de políticas desastrosas. Los incendios forestales se apagan en invierno, con una adecuada prevención y limpieza de los cortafuegos. Con las inundaciones pasa igual. Se evitan cuando hay calma y lápiz y papel para diseñar las obras necesarias. Y si no lo creen asómense al nuevo cauce del Turia que ha protegido a la ciudad de Valencia de la catástrofe que han sufrido otras poblaciones lindantes.

Las últimas tendencias en gestión de inundaciones ponen énfasis en las medidas de autoprotección. Por ejemplo, gracias a los modernos sistemas automáticos de información hidrológica cualquiera puede ver en su móvil el caudal en tiempo real que lleva el río que pasa por su pueblo y ponerse a salvo si viene una avenida. Pero quizá la autoprotección también hay que practicarla plantándole cara a los políticos y exigiéndoles un cambio de paradigma y volver a lo que siempre funcionó, las presas y los encauzamientos. Y no sólo ahí. En otros campos llevamos años cavando nuestra tumba. La energía nuclear es un ejemplo de ello. Seguir adelante con los planes de cierre de centrales nucleares en una Europa cada vez más dependiente y un escenario geopolítico inestable es un suicidio al que caminamos directamente y sin frenos. Las soluciones están diseñadas desde hace tiempo. Volvamos al sentido común.

Eduardo Echeverría García

Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Especialista en cuestiones hídricas.