Felipe VI hace un llamamiento a “no olvidar” lo sucedido en la DANA y pide a los políticos que prioricen el bien común a sus diferencias
El Rey reclama a los políticos que “por encima de las eventuales divergencias y desencuentros, prevalece en la sociedad española una idea nítida de lo que conviene, de lo que a todos beneficia”.
Mensaje de Navidad muy intenso el realizado este martes, 24 de diciembre, por su majestad, el Rey Felipe VI, donde lo sucedido el martes 29 de octubre estuvo muy presente en todo su discurso, en donde realizó un llamamiento a la sociedad española y valenciana a “no olvidar” lo sucedido en la DANA y ha reclamado a los políticos que prioricen el bien común a sus diferencias volviendo a incidir que las diferencias políticas entre instituciones no deben producirse y debe favorecerse el bien común de los ciudadanos.
Un mensaje que ha roto con el tradicional marco donde grabación sustituyendo el tradicional palacio de la Zarzuela, residencia de los reyes, por el Palacio Real, y donde ha arrancado y ha terminado refiriéndose a uno de los acontecimientos que han marcado este 2024 y a los que ha dedicado una particular atención desde que se produjo la tragedia. En su opinión, “un hecho difícil de asumir, pero del que todos deberíamos poder sacar las enseñanzas necesarias que nos fortalezcan como sociedad y nos hagan crecer”.
Según Felipe VI, “no debemos olvidar nunca aquellas primeras imágenes de la riada que todo lo arrasó, los rescates de personas, algunas enfermas, ancianas o agotadas, que trataban de salir de sus coches o se refugiaban en tejados y azoteas”.
De igual manera, ha hecho un recordatorio a la solidaridad nacida en toda la sociedad española a consecuencia de la DANA pidiendo que no se lo sucedido: “También vimos a quienes abrían sus casas para acoger a los más vulnerables, oponiendo a la fuerza implacable del agua y del lodo la fuerza abrumadora de la solidaridad y de la humanidad. Vecinos, voluntarios, equipos de protección civil, bomberos, cuerpos de seguridad, Fuerzas Armadas, ONG’s, y también empresas que organizaron colectas y donaciones, movilizando incluso su personal y maquinaria… la ayuda y la colaboración de todos está propiciando que, poco a poco, las más de 800.000 personas afectadas recuperen paulatinamente en su vida cierto grado de normalidad. Y que el medio y largo plazo quede igualmente atendido para asegurar realmente la recuperación”.
Y en este sentido ha añadido que dicha solidaridad debe ser aprovechada por los políticos para aparcar las diferencias políticas y buscar el bien común en una crítica directa al enfrentamiento entre instituciones vivido esos días: “esa solidaridad en su sentido más puro y más apegado a lo concreto, la hemos reconocido día tras día en el trabajo ingente de voluntarios anónimos y de servidores públicos; y también hemos comprobado —y entendido— la frustración, el dolor, la impaciencia, las demandas de una coordinación mayor y más eficaz de las administraciones. Porque todas esas emociones —las que conmueven y reconfortan y las que duelen y apenan— surgen de una misma raíz: la conciencia del bien común, la expresión del bien común, o la exigencia del bien común”.
Diálogo, consenso y bien común
En este sentido, el Rey ha realizado un llamamiento al diálogo y el consenso a los políticos a superar las divisiones y al encuentro entre políticos en el que ha advertido de que la contienda política en ocasiones «atronadora» no debe impedir escuchar la «demanda de serenidad» de la ciudadanía y ha animado a seguir cultivando el espíritu por encima de las eventuales divergencias y desencuentros, prevalece en la sociedad española una idea nítida de lo que conviene, de lo que a todos beneficia y que, por eso, tenemos el interés y la responsabilidad de protegerlo y reforzarlo”.de concordia que alumbró la Constitución de 1978. En su opinión, “
En este sentido, ha advertido de que la contienda política en ocasiones «atronadora» no debe impedir escuchar la «demanda de serenidad» de la ciudadanía y ha animado a seguir cultivando el espíritu de concordia que alumbró la Constitución de 1978.
Según Felipe VI, «es responsabilidad de todas las instituciones que esa noción del bien común se siga reflejando con claridad en cualquier discurso o cualquier decisión política», añadiendo que «el consenso en torno a lo esencial», y «debe orientar siempre la esfera de lo público». A su juicio, «no para evitar la diversidad de opiniones, legítima y necesaria en democracia, sino para impedir que esa diversidad derive en la negación de la existencia de un espacio compartido».
Así, ha recordado que «el acuerdo en lo esencial» lo que inspiró la Constitución de 1978, ya que «a pesar del tiempo transcurrido, la concordia de la que fue fruto sigue siendo nuestro gran cimiento», ha, defendido que «cultivar ese espíritu de consenso es necesario para fortalecer nuestras instituciones y para mantener en ellas la confianza de toda la sociedad», y ha recordado que «el pacto de convivencia que supone la Constitución se protege dialogando con altura y generosidad, debe siempre nutrir la definición de la voluntad común y la acción del Estado».
Por ello, ha advertido el rey dirigiéndose expresamente a la clase política, «es necesario que la contienda política, legítima, pero en ocasiones atronadora, no impida escuchar una demanda aún más clamorosa: una demanda de serenidad». En su opinión, «serenidad en la esfera pública y en la vida diaria, para afrontar los proyectos colectivos o individuales y familiares, para prosperar, para cuidar y proteger a quienes más lo necesitan», ha acotado, poniendo como ejemplo en este punto la reforma del artículo 49 de la Constitución referido a las personas con discapacidad.
Dicha reforma, aprobada con el acuerdo del Gobierno y el PP, según el monarca, «constituye un buen ejemplo de lo que podemos lograr juntos», y ha vuelto a prevenir de que «no podemos permitir que la discordia se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el auténtico pulso de la ciudadanía».

Inmigración y vivienda
De igual manera, Felipe VI ha querido hacer mención a dos de los temas que más preocupan a los españoles: la gestión de la inmigración y las dificultades en el acceso a la vivienda. Respecto al primero, ha reconocido que «es un fenómeno complejo y de una gran sensibilidad social».
«Sin los movimientos de población a lo largo de la historia no podrían explicarse las sociedades del presente», ha resaltado, pero «sin la gestión adecuada», los movimientos migratorios pueden degenerar «en tensiones que erosionen la cohesión social».
El rey ha defendido la necesidad de integrar a los inmigrantes, de que estos respeten también «las leyes y normas básicas de convivencia y civismo» al tiempo que se reconoce su dignidad como seres humanos «sin olvidar nunca la firmeza que requiere la lucha contra las redes y las mafias que trafican con personas», y ha explicado que «la manera en la que seamos capaces de abordar la inmigración dirá mucho en el futuro sobre nuestros principios y la calidad de nuestra democracia», apelando “a una mayor coordinación con los socios europeos y también con los países de origen y tránsito”.
En cuanto a la vivienda, asunto que «preocupa sobre todo a los más jóvenes, dada la incapacidad de las ciudades de satisfacer la demanda existente», y ha esgrimido que es «importante que todos los actores implicados reflexionen, se escuchen unos a otros, que se examinen las distintas opciones y que ese diálogo conduzca a soluciones que faciliten el acceso a la vivienda».
Asimismo, ha señalado que «ese acceso debe ser en condiciones asumibles, en especial para los más jóvenes y los más desprotegidos, pues ésta es la base para la seguridad, el bienestar de tantos proyectos de vida».
Finalmente, el Rey ha terminado su discurso con un mensaje de esperanza, reivindicando nuevamente que «España es un gran país» asegurando que «es una nación con una historia portentosa, pese a sus capítulos oscuros, y modélica en el desarrollo democrático de las últimas décadas, derrotando incluso el acoso terrorista que tantas víctimas causó», y ha añadido que es «un país con un presente que, pese a lo mucho que nos queda por hacer, por ejemplo, en materia de pobreza y exclusión social, resulta prometedor al observar el comportamiento de nuestra economía (…) y el nivel general de nuestro bienestar social». A su juicio, «los españoles tenemos un enorme potencial que nos debe infundir esperanza, tanto en el plano nacional como en la escena internacional» y ha puesto el foco en la juventud, «que emprende pese a las dificultades».