El hermano de Pedro Sánchez
David Sánchez no ha sido el único en declarar judicialmente por su anómala contratación por la Diputación de Badajoz. Lo ha hecho también como imputado el secretario general del PSOE en Extremadura, Miguel Ángel Gallardo, el cual ha afirmado que una de las obligaciones del contratado era la de llevar la ópera a los pueblos de la región, siendo incapaz de decir ni uno solo que haya merecido tan singular atención.
Pero lo que ha resultado más llamativa, y sobre lo que han llovido ya los comentarios, son las declaraciones del hermano de Pedro Sánchez de que no sabía los cometidos de su puesto en artes escénicas, que ignoraba también dónde estaba su lugar de trabajo y que apenas si sabía decir algún nombre de compañeros suyos de departamento. En cualquier empresa privada uno solo de estos extremos explicaría el absentismo laboral y la puesta en la calle del empleado en cuestión.
El susodicho David, en cambio no perdió la compostura, acompañada, eso sí, de silencios, vacilaciones y falta de recuerdo en muchos casos. La tranquilidad de ánimo mostrada por el imputado en su deposición ante el juez refleja el comportamiento de quien se siente seguro de que su aventura procesal es un mero trámite y que en el peor de los casos se beneficiará de la ley de defensa de la democracia que tramita el PSOE para cargarse las acusaciones particulares en asuntos como éste y el de Begoña Gómez.
Con semejantes precedentes, por muchas que fuesen las pruebas incriminatorias contra David Sánchez, el apoyo indiscriminado y sin fisuras del Gobierno demuestra que no hay mejor defensa en un juicio que ser el hermano del Presidente.