“No a la guerra”
Un grupo de actores ha rescatado el viejo eslogan de no la guerra para protestar contra el rearme de España y Europa ante la agresividad rusa. No consideran que precisamente la disuasión armamentística sea la mayor garantía para la paz. Por otra parte, jamás se les ocurrió manifestarse ante la embajada de Moscú, sino que lo hicieron frente al Congreso de los Diputados y mucho menos haberlo hecho cuando la agresión rusa a Ucrania, comienzo de la guerra de verdad.
Estos hechos revelan el verdadero talante de los manifestantes que no es otro que preferir la debilidad de España ante cualquier otra consideración. Si fuesen tan pacifistas globales como pretenden habrían protestado contra la brutal represión israelí en Gaza, como ya lo hacen, pero también contra el ataque previo de Hamás al régimen de Tel Aviv, que está en el origen del conflicto.
O sea, que prefieren unos ataques a otros, según quién sea el perjudicado, en un alarde de cinismo e hipocresía que no tiene nada que ver con el pacifismo de verdad. Si tan pacifistas fuesen, habrían apoyado las manifestaciones de los gazatíes contra Hamás, que no sólo tienen el mérito de reconocer la responsabilidad del grupo terrorista en la devastación del territorio, sino que conllevan el peligro de la represión hacia sus personas del grupo armado que sigue hostigando a Israel.
Me temo, pues, que de hacer caso a los actores del manifiesto, Europa, en este caso, no sería ni más libre ni más pacífica que buscando, en cambio, la disuasión frente al expansionismo ruso y otros peligros de la actualidad.