A contracorrienteOpinión

Parece normal cuando no lo es

El último ejemplo de anormalidad pública y manifiesta lo ha protagonizado una tal Leire Díez, que navegaba por las cloacas del Estado buscando difamar a la UCO, como unidad relevante de la Guardia Civil. Su disfraz de periodista que se documentaba para un libro no hace más que intentar tapar sus escarceos con cargos socialistas de Ferraz, copartícipes de su labor.

Este caso ilustra cómo lo que es aberrante y posiblemente delictivo se ha convertido en una práctica común que ya no soliviante a la ciudadanía, acostumbrada a que un escándalo tape al escándalo anterior y así sucesivamente.

Pues aunque parezca normal no lo es. Ni lo son los sucesos del 1-O ahora amnistiados ni lo es que el Presidente del Gobierno tenga a su entorno más próximo bajo sospecha de corrupción. Sí que se han normalizado éstas y otras situaciones, pero no son normales en una democracia, que se desayuna cada día con un escándalo diferente.

Para tranquilizar a unos ciudadanos más pacientes de lo esperado, proliferan las comisiones de investigación, sobre todo en el Senado, que se está dando un atracón de comparecencias del caso Koldo o caso Ábalos, donde lo que predomina es el yo no me acuerdo cuando no la mentira monda y lironda.

La inutilidad de estas comisiones se ha puesto de relieve una vez más, porque la desmemoria es una sinvergonzonería que retrata a los culpables. De antemano se sabe qué van a decir dado el pie de que cojean.

O sea, que lo de Leire no es la excepción sino la regla de una desfachatez a prueba de bomba. Ella y sus congéneres pretenden convertir en una situación normal lo que a todas luces es una anormalidad. Y así nos va.

Enrique Arias Vega

Periodista y Escritor. Ex director de publicaciones del Grupo Zeta, y de varios diarios pertenecientes a este grupo de comunicación